EL PODER DE LA CREACIÓN




¿Quien soy? Ni yo mismo lo se, en todo caso soy tu propia voz que retumbaba en las paredes del infinito....

El Poder de la Creación - Historias escuchadas...

Caminando por ahí me contaron este cuento tradicional de la India:

Se trataba de un hombre que llevaba muchas horas viajando a pie y estaba realmente cansado y sudoroso bajo el implacable sol de la India. Extenuado y sin poder dar un paso más, se echó a descansar bajo un frondoso árbol. El suelo estaba duro y el hombre pensó en lo agradable que sería disponer de una cama. Resulta que aquél era un árbol celestial de los que conceden los deseos de los pensamientos y los hacen realidad. Así es que al punto apareció una confortable cama. El hombre se echó sobre ella y estaba disfrutando en el mullido lecho cuando pensó en lo placentero que resultaría que una joven le diera masaje en sus fatigadas piernas. Al momento apareció una bellísima joven que comenzó a procurarle un delicioso masaje. Bien descansado, sintió hambre y pensó en qué grato sería poder degustar una sabrosa y opípara comida. En el acto aparecieron ante él los más suculentos manjares. El hombre comió hasta saciarse y se sentía muy dichoso.

De repente le asaltó un pensamiento: “!Mira que si ahora un tigre me atacase!” Apareció un tigre y lo devoró.


Y cuando ya de noche me volvía a casa, alguien con acento árabe se acercó a contarme la siguiente historia:

Un curioso quería saber cómo eran el cielo y el infierno. Su obsesión se fue acrecentando, hasta que una noche soñó que alguien lo invitaba a visitar un campo donde había una gran olla repleta de exquisitos manjares. Alrededor de esa olla se encontraba un grupo de personas, todas tristes, delgadas y de mal aspecto. Cuando siguió mirando, comprobó que todas tenían en las manos una cuchara demasiado larga, de manera que nadie podía llevársela a la boca. "Estamos en el infierno", le dijo el guía.

Después, éste le anunció que lo llevaría a conocer el cielo. De repente, el hombre, extrañado, vio que todo parecía ser exactamente igual que antes: las personas con sus largas cucharas y la olla con abundante comida. Sin embargo todos estaban felices, parecían sanos y bien alimentados. Cuando se fijó mejor, observó cuál era la diferencia: allí se daban de comer unos a otros.

Maia



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