El Conocimiento: 12 - La Paz Interior


Escrito II
EL CONOCIMIENTO


12- La paz interior



Jeshua nos sugirió adentrarnos en tierras jordanas…
Llegamos los tres a Petra, escondida en el corazón de los montes de Shara en el desierto jordano, tras largas horas de viaje en autobús. Al bajar decidimos adentrarnos andando por el largo desfiladero que nos lleva al alma de una ciudad roja excavada y esculpida en la piedra.

—Estas ruinas ―Meryem nos señaló― nos recuerdan una vez más que estamos de paso en este mundo y cuánto hemos de aprender de nuestra historia, de nuestros errores y aciertos.

—Vamos asentándonos poco a poco
―expuse―, unas veces sobre nuestras ruinas, otras construyendo donde antes no había nada. Creciendo y madurando como seres humanos pasamos de una etapa de la vida a otra, unas veces casi sin darnos cuenta y otras a regañadientes, mas nuestro porvenir no se detiene por ello.

—El cuerpo
—prosiguió Jeshua— que fue polvo en la Tierra resurge una y otra vez como el ave fénix, dándonos siempre una nueva oportunidad de madurar aprendiendo y creciendo en un mundo lleno de experiencias que nos van enriqueciendo.
—Y aprender es también perdonarse a sí mismo. Reconocer que no somos perfectos y por lo tanto sujetos a las consecuencias de la imperfección, pero no por ello hemos de flagelarnos y vivir el resto de nuestra vida como si ya el presente y el destino, el futuro, fuera algo inevitable, destructor y amargo.
—El Creador nos habla en el silencio. Él de antemano ya “nos ha perdonado”, aún antes de materializar aquello que nuestra mente nos sugiere que hagamos en contra del Amor como consecuencia de nuestra ignorancia. Reconozcamos sinceramente que no siempre seguimos el camino que nos hemos trazado, que a veces entramos en bifurcaciones que nos llevan a laberintos y callejones sin aparente salida. Mas… siempre hay una salida, es pensar, sentir y actuar con humildad.

—Debemos dejar de vivir construyendo máscaras, colocando una sobre la otra, tantas que ya no reconocemos quién se encuentra al fondo. Y al fondo siempre estarás, estás tú, estoy yo: un ser humano que simplemente vivió su propio destino en libertad… siempre.
—No hay un camino trazado de antemano por nadie, salvo por ti mismo. Tú, yo, nosotros, elegimos nuestro destino y desde luego el que elegimos aún antes de nacer era y es de Amor y Felicidad, y nada impedirá que le vivamos en plenitud. Tenemos todo el tiempo del mundo para comprenderlo y cuando así lo hagamos nos veremos como realmente somos. Habremos despertado de una pesadilla, de un mal sueño y la realidad se abrirá ante nosotros tal cual es.
—Ni siquiera es necesario que nadie nos guíe, en ti, en mí, tenemos al mejor guía que podamos desear, pues estamos hechos de la misma esencia del Sol y de la esencia de la Vida. Somos Espíritu encarnado en nuestra propia creación. Todos somos Dios, nada hay fuera de Él, fuera de ti, fuera de mí, ya que nuestro Espíritu abarca lo creado y lo aún por crear, la plenitud y el vacío. Puedes reconocerte como, no un dios, sino Dios, o negarte el tiempo que desees. Puedes seguir viviendo en el viejo mundo que palidece ante su próxima muerte, o pensar, sentir y actuar como si el nuevo mundo ya estuviera aquí. Porque, y aún os digo más: ¡ya está aquí!

—Únicamente hemos de vivir sin máscaras. Reconocernos tal cual somos y reconciliarnos con nosotros mismos y con la Vida, con quienes nos rodean y logrando que nuestra Voluntad se funda cada vez más con el Amor.
—Quienes sientan como tú nada te tendrán que perdonar, pues saben que el perdón nos lo hemos de dar a nosotros mismos, y vivir en paz, la paz del que se sabe realmente liberado, sin ataduras de ningún tipo.
—Quienes siguen aún los dictados del viejo mundo, no te creerán. Intentarán confundirte y confundir a los demás con malas artes, querrán que juegues a su propio juego que nunca les sacia y no les deja vivir en paz. Pues emprendieron una guerra en realidad contra sí mismos, no contra los demás. Hasta que en un instante de humildad deseen acabar con tan desastrosa situación, entonces y sólo entonces, con este pensamiento, toda su vida cambiará, han pasado el puente que les conduce a sí mismos y al otro.
—Ninguno nacimos instruidos, nos vamos creando como el aprendiz trabaja el barro hasta que consigue darle a la pieza la forma que desea, con esfuerzo, paciencia y constancia. Cada vez él se identifica más con ella y fruto de su experiencia alcanza la maestría, se convierte en alfarero y nuevamente crea formas más bellas y sublimes, de tal modo que se funde con aquella que para él es el súmmum de la belleza.
—Tomémonos el tiempo que queramos para conseguirlo, eso sí, con mucha Voluntad y Amor.

Y con estas últimas palabras resonando en las paredes del desfiladero se abre ante nosotros la majestuosa ciudad escondida de Petra.

La paz se respira en el lugar y en nuestros corazones.




Por medio de la etiqueta "Al Encuentro con El Maestro" podéis enlazar con anteriores entradas de los Escritos.

Ángel Khulman