Hacia la Ciencia del Ser


Einstein: “El ser humano es parte de un todo, llamado por nosotros… el universo…. una parte limitada por el tiempo y el espacio. El ser humano se experimenta a sí mismo, a sus pensamientos, sensaciones y emociones, como algo separado del resto….una especie de ilusión óptica de su conciencia…. Este estado ilusorio es una especie de prisión para todos nosotros, restringiéndonos a nuestros deseos personales y a los afectos a unas pocas personas cercanas.

Nuestra tarea, debe ser el liberarnos de esta prisión, ensanchando nuestro círculo de compasión para abrazar a todas las criaturas y a todo el universo en su belleza.”

Cuando el biólogo Rupert Sheldrake publicó “A New Science of Life” ( Una nueva ciencia de la vida ) en 1981, revolucionó los cimientos de la comunidad científica.

La hipótesis de Sheldrake es que además de los campos que ya se conocen, el campo gravitacional, el electromagnético… existen en la Naturaleza Campos Morfogenéticos, los cuales él define como estructuras organizativas invisibles que moldean o dan forma a tales cosas como los cristales, las plantas y los animales y que también tienen un efecto organizador en la conducta. En ellos se generan cambios generales en los procesos evolutivos colectivos a partir de cambios individuales aislados, si estos se repiten en cierto número de especímenes: la masa crítica. Así, todas las veces que un miembro de una especie aprende un comportamiento nuevo, cambia el campo mórfico de la especie. Este cambio es, al principio, apenas perceptible, pero si el comportamiento se repite durante cierto lapso, cada vez aparece con más facilidad en otros miembros, hasta que el grupo que lo realiza es lo suficientemente grande que su resonancia mórfica afecta a la especie entera, saltando las barreras de espacio tiempo. La matriz invisible que lo permite es un campo morfogenético. Esto lo corrobora con la observación del aprendizaje de nuevas conductas en los primates, lo que ha dado origen al mito del centésimo mono.

La teoría biológica considera como una imposibilidad que se pasen tales “memorías” específicas a través de los genes. Sheldrake, sin embargo, resuelve el problema alegando que sus campos existen completamente aparte de las estructuras materiales. Sheldrake establece una analogía entre el funcionamiento de los campos mórficos y el funcionamiento de la T.V. Así , el aparato de T.V. recibe información no visible de una fuente no local: o sea de una emisora localizada en otro lugar. Nuestros cerebros son como estos aparatos de T.V. y los campos Morfogenéticos nos transmiten información como lo haría una emisora de T.V.

Desde esta perspectiva, la curación a distancia, la telepatía, la plegaria suponen un uso de esa información contenida en los campos mórficos.

Los campos mórficos llevan información, no energía, y son utilizables a través del espacio y del tiempo sin pérdida alguna de intensidad después de haber sido creados. Son campos no físicos que ejercen influencia sobre sistemas que presentan algún tipo de organización inherente. De tal manera que la información se almacena en paquetes en el campo mórfico y está disponible a través del tiempo y el espacio.

Estos campos mórficos podrían conectar la Conciencia como una unidad que lo abarca Todo, de la cual provenimos, y las conciencias singulares, las cuales representamos como chispas divinas.

Por otro lado, diversas investigaciones señalan que la mente no es producto del cerebro, ni siquiera se alojaría en el mismo. La mente no está ubicada dentro de nuestro cuerpo físico.

El cerebro cumple una función no estudiada por la ciencia tradicional, y es la de ser un radio-receptor-transmisor de ondas electromagnéticas. ¿Qué es esto? Pues cualquier profesional de la medicina sabe que el cerebro trabaja con impulsos bioeléctricos en frecuencia de Hz (hertz), un electroencefalograma muestra esos impulsos y frecuencia de trabajo. Si el cerebro fuese un procesador de Google, la mente sería la nube de internet.

Según investigaciones sobre experiencias cercanas a la muerte, la mente continua viva después de que el cerebro cesa de funcionar. La investigación médica ha probado que la mente no es producto del cerebro. El Dr. Van Lommel indica que la conciencia no está localizada dentro de nuestro cuerpo físico. Estos descubrimientos sugieren que la memoria y los procesos de pensamiento deben de estar ocurriendo afuera del cuerpo físico es decir, el cerebro es meramente un transmisor más que un receptáculo del pensamiento y la memoria.

Un cerebro receptor que conecta con los campos mórficos de forma espontanea y temporal, convenientemente desprogramado y adecuadamente entrenado puede acceder a toda la información que necesite en cada momento y … puede conectarse de forma permanente al llamado eter por los clásicos, a nuestro Ser superior.